jueves, 7 de agosto de 2014

CRÍTICA DE ARTE



VICTORIA RODRIGO. EL CONCEPTUALISMO DEL ARTE

“Un arte de ideas y de conceptos grandes ha sido sustituido por un arte de vivencias individuales, Iniciarse en esta línea significa penetrar en un mundo infinitivamente más rico de posibilidades representativas que aquel estereotipo, claro y comprensible al que estamos por tradición, habituados”
Arnau Puig. Escritos de estética. 1987

Es cierto que las vivencias personales permiten al ser humano entender o comprender mejor lo que sucede en su entorno más próximo, adentrándose  en un terreno complejo y difícil, pero a la vez sugerente, que logra solventar  los problemas que vayan surgiendo. Pero si se  es artista, se acrecienta  la idea de conocer en profundidad esta realidad inmediata. Por ello siente la necesidad de plasmar en sus obras estas inquietudes, debido a que todo acto creativo conduce a mostrar sensaciones y emociones, que a ojos del espectador no se perciben, siendo tarea del artista enseñarlas, y mostrando un pensamiento libre de prejuicios, aunque también  lleno de razonamientos estéticos.

Precisamente esto es lo que ocurre cuando contemplamos el trabajo de Victoria Rodrigo, que desde hace dos décadas expone con asiduidad en diversas galerías, centros culturales y museos, tanto en nuestro país como en el extranjero. Aunque  hace poco tiempo que conozco su labor creativa, me ha sorprendido gratamente, sobre todo por querer mostrar al público una obra muy diáfana y honesta, tanto  en sus planteamientos estéticos, como en sus planteamientos conceptuales, apartándose de todo lo que sea convencional y gratuito, buscando su propia identidad, tanto a nivel pictórico como  en sus instalaciones más recientes.

Las suyas son propuestas  multidisciplinares, desenvolviéndose en campos creativos bien diferentes, ya que al margen de la pintura y la instalación, se adentra también en el terreno de la ilustración, el video, el diseño, la escenografía  y el dibujo. Todas estas disciplinas le ayudan a tener  una mentalidad más abierta, acorde a los tiempos actuales, que le permite integrar aspectos y técnicas que, por sí mismas tienen  propia personalidad.

Definir o clasificar la obra de Victoria Rodrigo se me antoja difícil, pero no tanto por sus diversas facetas creadoras, sino más bien desde el punto de vista de incluirla en una tendencia artística determinada, pero si tuviera que hacerlo, lo haría desde el expresionismo, un expresionismo próximo a los postulados de los artistas alemanes de principios del siglo XX, principalmente por su carácter de denuncia político-social, así como también por pintores contemporáneos, caso de Gerard Richter, Sigmar Polke, George Baselitz, o del recientemente fallecido Lucien Freud, todos ellos representantes de un expresionismo realista que fusiona dramatismo  con emotividad.

Desde sus inicios Victoria Rodrigo se ha interesado  por la figuración, una figuración que va más allá de querer representar la realidad, pero no desde la óptica surrealista, aunque algunas de sus obras así lo parezcan, sino desde una visión interior,  más íntima, que busca aproximarse a la naturaleza. Esta relación entre el ser humano y su entorno físico, significa la existencia de dos mundos que se fusionan,  aunque aparentemente la visión que tenemos de ellos sea de entes individuales.

Con el transcurso del tiempo, la artista ha ido sintetizando la forma y el color. En el primer caso, se percibe la idea de abstracción, como si quisiera apartarse de la figuración, dejando traslucir solamente el concepto,  pero en cambio  en otras obra, sí que aparece la figura plenamente, sobre todo cuando representa rostros humanos. Respecto al color,  lo trata de diversas maneras, aunque predominan los colores primarios monocromos, pero si el tema lo requiere va acentuando la intensidad cromática través de otras gamas.

A nivel temático su obra es muy homogénea, ya que las series sobre rostros masculinos y femeninos, la naturaleza, los grupos y la génesis, aparecen habitualmente en sus composiciones. Son temas que va alternando,  aunque recientemente se interesa más por  los elementos relacionados con la naturaleza –árboles- y todo lo concerniente a la representación  del rostro humano, lo  que indica que le interesa  lo vital. De hecho se trata de vincular al ser humano con su entorno físico.

 En cambio la técnica y el soporte empleados los ha ido modulando, ya que si durante un tiempo se interesó por la técnica del batik sobre seda, que es un procedimiento creativo muy original, que no suele emplearse aquí, pero que cautivó a la artista ya que le ofrecía nuevas perspectivas plásticas. En el batik se emplea la cera de abeja fundida encima de la tela de seda, sumergiéndola en tinta. Esta acción se repìte varias veces hasta conseguir el resultado apetecido. Aunque a priori el soporte sea  muy frágil, en realidad no lo es tanto, lo que ocurre es que al ser un material muy  dúctil produce esa sensación, pero si se aplica con suavidad y destreza se consigue unos resultados muy positivos. También las acuarelas sobre papel le sirven como pretexto para mostrar su obra. Tanto la tela como el papel son materiales sensibles y maleables  que permiten a la artista ir más allá en sus planteamientos estéticos.

El movimiento, el ritmo compositivo, así como una atmósfera adecuada, son otros motivos de atención para Victoria Rodrigo. Ello se percibe en cada instante, principalmente cuando realizó  la serie sobre la génesis o los grupos de personas, más conocidos como “los visitantes”. En la génesis, aparecen madres e hijos o fetos circulando dentro de una especie de líquido amniótico, unidos por el cordón umbilical –que posteriormente lo relacionaremos con  las raíces de los árboles-. Respecto a los grupos, son  personajes que aparecen desnudos, observándonos o moviéndose. A diferencia de la serie sobre los rostros, aquí son personajes sin identidad propia, como una especie de espíritus o fantasmas.

En cuanto a la naturaleza, los árboles son los principales  protagonistas, tanto en sus pinturas como en sus instalaciones. Son árboles casi irreales, que tienen su propia singularidad. Los árboles están unidos a la tierra a través de sus raíces.  Concretamente  en una de sus principales instalaciones se observa como el  árbol se va fusionando con el soporte, en este caso la pared, percibiéndose una especie de telaraña, como  una torre eléctrica que va elevándose y mostrando su interior. Asimismo, también aparece el lenguaje escrito, tanto si es propio como si no. Ello le sirve para ahondar más en sus planteamientos artísticos. La palabra y la forma se complementan perfectamente, ya que una necesita de la otra  y así simultáneamente. Son obras que se aproximan a una idea conceptual, tal  como lo  hacía Joseph Beuys. Este tipo de lenguaje también aparece en otras series, logrando que el espectador se sienta atraído respecto a  esta manera  de representar la realidad.

Respecto a los rostros, es aquí en donde surge la artista más expresionista. Se produce una fragmentación de la figura, no desde la óptica cubista, sino que prefiere remarcar ciertos aspectos de ella, como por ejemplo los ojos, o lo que es lo mismo: la mirada. Una mirada llena de preocupación, pero también de esperanza, reflejando sus sentimientos más profundos. Incluso hay obras en las que prescinde  de una parte de la cara, como si tuviera un lado positivo y otro negativo.  Todo ello conduce a la metamorfosis del cuerpo, que para la artista es esencial, al transformarse  la parte más íntima  y real del ser humano.

Finalmente, Victoria Rodrigo también se acerca al campo de la ilustración, publicando diversos libros en los que sus dibujos acercan al espectador a un viaje por el universo infantil. Son dibujos que sirven para entender y comprender mejor el significado del libro. Es obvio que un texto sin imágenes ayuda al lector  a idealizar las escenas que aparecen, pero en cambio no puede disfrutar de ellas, por lo que considero que es beneficioso y sugerente que la lectura vaya acompañada de ilustraciones.

La galerista Marisa Garnelo, gran conocedora de su trabajo, señala que “su obra está creada con delicadeza y poesía visual, inspirada en los sentimientos y las palabras, a la que se unen el lenguaje metafórico y el simbolismo”. Creo que en estas palabras definen muy bien como es la  labor creativa de Victoria Rodrigo. Solamente añadiría  que en su obra se percibe una sensación de placer que se extiende por un universo creador de formas y colores que  permite al espectador contemplar y disfrutar de ese momento tan especial como es  observar una obra de arte realizada desde el sentimiento más íntimo.

Ramon Casalé
Membre de l’Associació Internacional de Críticos d’Art    





 

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